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viernes, 11 de noviembre de 2011

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CINE: "Cinco metros cuadrados": No sin mi casa

¿Por qué siempre que vemos una película española tendemos a recalcar que es una película española? Ya sea para lo que sea aunque no sea para nada en particular es algo que suele surgir de forma natural, espontánea, como cuando hubo una época en la que erróneamente había quien consideraba oportuno añadir la orientación sexual de una persona a la hora de ser presentada. Es más, casi siempre la nacionalidad antecede a cualquier film que no provenga de esa patria de adopción que nos hace sentir que Brooklyn es más nuestro que Vallecas y el perrito caliente más típico que el jamón de Teruel. ¿Acaso importa? En ocasiones sí, y hacer uso de su nacionalidad sirve de verdad la causa... como es el caso, donde una terraza del tamaño del título se erige en un adalid de ese derecho fundamental al que ni Rubalcaba ni Rajoy parecen capaces de situar en su sitio.


Si bien el cine es cine hable en el idioma en que hable es innegable que la cultura local influye, y mucho, en lo que sea que se ruede y en cómo se muestre en la gran pantalla por más que los sentimientos sean internacionales, una de las pocas cosas que en verdad son de todos y de nadie a la vez. Por eso a veces conviene matizar que el "española" ni está empleado de forma gratuita, ni especialmente de forma despectiva.

"Cinco metros cuadrados", no sólo es una película española sino que además lo es con orgullo, el mismo que esgrime sin ocultarse en beneficio de posibles ventas internacionales y por el que más de uno la rechazará de inicio sin darle la oportunidad de ser rechazada por méritos propios, si acaso y llegado el caso, pagando justos por pecadores. Y lo es desde el punto de vista en que toma un pedazo de la realidad que nos rodea, la de esta tierra que a algunos nos gusta considerar como algo llamado España, y la interpreta de una forma tan cercana a nosotros que parece como si fuera, durante el 90% del metraje, tan real como la de verdad de la buena, la que al sacar la mano por la ventana podemos tocar. ¿Cuántas veces vemos alguna que otra película sin entender según qué cosas? ¿Cuantas veces, por ejemplo, nos hemos preguntado que si de verdad será tan estúpida como parece la vida en los institutos norteamericanos?

El problema de "Cinco metros cuadrados", es que es tan cercana en cuerpo y alma que lo que luce como drama en la gran pantalla es accesible como tragedia en la vida diaria, una de tantas en la que un final que se sale por la tangente y haría las delicias del "Joliwoó" más rancio no tiene por qué salir al rescate de su en esta ocasión excelente protagonista. Un Tejero que demuestra que además de dar el pego como portero en televisión también puede actuar, si se lo propone, que lo suyo con Malena Alterio es algo más que química, y que junto a José y Luis son una terna. Cuando a una la catalogan como la gran triunfadora de algo, ya sea por donde sea aunque más si el asunto suena tan serio como Málaga, peligroso se queda corto ante las posibles expectativas que puedan surgir de la alfombra roja; "Cinco metros cuadrados" cunple, tal vez sin rematar, sin merecerse ese "gran"... pero que nos quiten lo bailao'.

CMC es una producción dueña de una inteligente puesta en escena, con buena caligrafía, un reparto ejemplar, un ritmo muy fluido y un montaje muy hábil a la hora de ignorar perfectamente los tiempos muertos de un guión muy conciso, claro y medido que dan lugar a una narración donde no hay nada de grasa, superfluo, y a la que tan sólo le sobran los últimos minutos, un final que no es muy amigable y que se sale por la tangente, resquebrajando la sensación de falso docudrama conducido por mano sobria que hasta ese momento predominaba, y que nos devuelve antes de tiempo a la realidad de una sala de cine. Lástima que Max Lemcke no haya sabido cerrar con la misma solvencia con la que ha sabido desarrollar un film siempre interesante del que no obstante podemos seguir extrayendo una más que temible moraleja "como la vida misma": que al igual que ya ocurriera con "Margin Call" o "The Company Men" nadie sigue sin saber dar un final creíble y convincente a la llamada (y padecida) crisis...

Fuente: elseptimoarte.net

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Author: Mohammad
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